El conjunto conventual de Santo Domingo de Guadalajara

Abstract

La conformación histórica de la nación mexicana, devenida del proceso de fusión de las culturas hispana e indígenas, es impensable sin la labor evangelizadora de las órdenes mendicantes, primeras en arribar a este continente desde los años de las exploraciones iniciales por parte de los españoles. Así pues, franciscanos, dominicos y agustinos, se adentrarían a la aventura de recorrer territorios inexplorados aportando conocimiento de nuevas rutas en los incipientes registros geográficos; algunos buscarían la realización del "Reino de Dios en la Tierra"; otros más dejarían de lado la aspiración divina para dedicarse a aprovechar el rico universo de posibilidades que ofrecía el Nuevo Mundo. 1 El vasto campo de acción que representaba la Nueva España, permitió que para la propagación de la fe católica en las primeras décadas, no se obstaculizaran geográficamente, las órdenes entre sí: los hermanos predicadores al sur, los de San Agustín en el bajío guanajuatense y provincias adyacentes, y los frailes

1 Sobre la conducta inapropiada y conflictos generados por los religiosos de las principales órdenes religiosas en la Nueva España, véase Robert Ricard , La conquista espiritual de México, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, pp. 359-386.

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menores hacia el occidente y noroccidente, todos ellos con presencia en el altiplano central. 2 En los llamados "pueblos de indios" -fueran asentamientos tradicionales o poblaciones de reciente creación, es decir, congregaciones o "reducciones" - los evangelizadores se enfrentaron a la necesidad de crear nuevas formas de catequizar y vivir la religiosidad con los naturales. La conversión del indígena requería de innovación en elementos arquitectónicos que las tres órdenes mendicantes generaron con éxito, conformando un programa constructivo fundamental que integraba elementos conventuales comunes a otras latitudes -como el templo, claustro, huerta y portería- a componentes distintivos de la Nueva España: atrio de vastas proporciones, con una cruz en su centro; muro perimetral, en la mayoría de los casos almenado con uno o tres ingresos; capilla abierta; y capillas posas en la esquinas del atrio, que fungían como estaciones de vía crucis y peregrinaciones .